Saturday, June 11, 2016

Amor

Es un viernes por la noche y estoy sola en mi cama, sola pero no en soledad. Últimamente no son muchas las noches que paso así, y no porque les huya si no porque encontré a alguien que me hace compañía, alguien que creo que mi corazón buscaba desde hace tiempo. Alguien que entiende mis demonios y los ama como yo a los suyos, alguien que me inspira y me empuja a retomar viejos hábitos que deseaba pero que no tenía la fuerza de voluntad suficiente para desempolvar yo sola, alguien con quien puedo pasar ratos sola, sin sentirme en soledad.

Cuando me decidí a escribir aquí otra vez, no pensaba que las palabras que salieran fueran sobre él, no quería ser cursi y hablar de amor, pero eso es lo que en gran parte es mi vida en éste momento. Lo conocí hace varios meses, y al principio no vi lo que era, estaba demasiado enrollada en mis pensamientos y mi propio caos para prestarle atención, él tampoco me vio, o sí lo hizo pero no de la forma en la que en realidad soy.

Después de varios meses compartiendo los mismos espacios pero sin cruzar palabras ni miradas, coincidimos en una misma reunión unas horas antes del concierto de Guns N Roses que yo esperaba con más ansias que nada en el mundo, no solo porque es una de mis bandas favoritas, sino porque era el sueño de la Ursula de 14 años que jamás pensó que se haría realidad. Yo no cabía de emoción y me era físicamente imposible dejar de hablar de ello, él es músico, así que fue inevitable que me escuchara y se acercara, y así fue como nuestro amor y pasión por la música nos llevó a conocernos. Poco a poco fuimos encontrando más y más intereses y puntos de vista en común, empezamos a salir juntos con nuestros amigos que eran los mismos, y un día sin previo aviso y sin buscarlo ni forzarlo ya estábamos perdidamente enamorados del otro. La forma en la que sucedió todo fue rarísima y sin precedentes para mí. Todas las personas con las que llegué a tener algo antes me gustaron desde el día en que los conocí, haciendo que la atracción física nublara mi percepción de la realidad y creara expectativas de la otra persona y de la situación. Ésta vez no fue así, por primera vez conocí a la persona real, y después decidí (o me di cuenta, no lo se) de que quería estar con él. Y es loco decirlo pero en éste corto tiempo ya lo conozco más que a nadie, y me he abierto de una forma que no imaginaba posible, de una forma que me daba miedo y vergüenza porque soy muy “intensa” y eso asusta. Y por primera vez es un amor que no mata sino que crea vida, uno que no me trastorna sino me inspira, un amor que no duele, sino que sana.


Y he aprendido tantas cosas en tan poco tiempo, de mí, de él, de la vida. Aprendí que tengo un miedo mucho más grande de lo que creía a muchas cosas, un miedo que debo de soltar, y la verdad es que no había escrito aquí por eso. Soy muy consciente que mi mayor enemigo soy yo y quiero dejar de serlo. Pero en éste preciso instante no quiero hablar de todo lo negativo y de la tristeza que conlleva estar vivo, si no de lo agradecida que estoy porque por más absurdo que suene, por fin estoy con ésta persona que busqué en tantas otras con inmensa frustración. Porque en el fondo de mí sabía que existía y sabía que venía, pero tenía que esperar un poco para que fuera el momento indicado, y por primera vez lo fue, como si todas las estrellas del firmamento se hubieran alineado para que coincidiéramos en ése momento justo de la historia en el mismo lugar. Y tal vez estoy loca, pero sé lo que siento y no quiero dejar de sentirlo nunca.  No es adictivo ni una necesidad, sino pacífico y florece cada día más grande y brillante de lo que pude haber imaginado alguna vez. Porque es mejor que cualquier sueño o historia, mejor que los libros y las películas que sus ávidos ojos han visto, mejor que las canciones de Pink Floyd, Radiohead y Drexler juntos. Esto es mejor que todo. 

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