Saturday, January 16, 2016

Tiempo Pasado




El mes pasado fue una locura, tan lleno de todo. Dirigí mi primer cortometraje y fue la experiencia más increíble, amé cada segundo, incluso cuando lo odiaba todo y a todos y sólo quería encerrarme a llorar. Pasé Navidad en Tamaulipas con mi familia por primera vez en varios años, fue cálido y dulce estar con ellos otra vez.

Año Nuevo fue en Tulum de nuevo,  se está convirtiendo en una especie de tradición, se sintió bien estar con mi tribu otra vez. Me daba miedo ir porque pensaba que no querría dejarlo, que me arrepentiría de haberme mudado al D.F. y trataría de quedarme en la playa. Pero eso no pasó, disfruté y lo aprecié todo: el lugar, la gente, la vida, pero también supe que estoy donde debo estar en éste momento. No voy a mentir, por supuesto que hubo momentos cuando estaba sola en la playa, sintiendo la brisa en mi piel y la arena entre mis dedos o cuando bailaba con mis amigos hasta que la noche se convirtiera en día, todos riendo y viviendo y amando, o esa noche en la alberca bajo las estrellas caribeñas, no quería que esos momentos terminaran nunca.

Pero ahora estoy de regreso en la ciudad, de regreso en la escuela y es maravilloso. Hemos estado editando nuestros cortometrajes y a veces lo amo y a veces lo odio y pienso que es basura. Pero en general todo es pacífico y el año está empezando de la mejor manera. Y aun así no estoy escribiendo, me siento un poco desinspirada y apática, un poco vacía. Como si todo fuera demasiado bueno, no hay drama y trato de buscarlo. Me asusta que tal vez esté creando algún tipo de dependencia a no estar bien para poder crear.

Hubo un momento en el que mi vida era caos puro. Nada tenía sentido y había un océano de confusión en mi cabeza y aceite en las venas . Fernando y yo habíamos terminado y el dolor que sentía en el pecho era insoportable, veía los días pasar sin poder hacer nada más que llorar, verdaderamente pensaba que me iba a morir. No podía comer, dormir, ni siquiera hablar. Todo dolía y no podía imaginarme como ser feliz de nuevo, ni hablar de amar. Me despertaba a media noche llorando y gritando porque los demonios de mis pesadillas se sentían demasiado reales, pero sólo despertaba para encontrarme con la soledad de una cama vacía. Todos estaban preocupados por mí y tenía que tomar pastillas para tranquilizarme. Estar viva era demasiado. Cada vez que pensaba que por fin iba a salir de aquel obscuro agujero, volvía a caer aún más hondo. La vida se me iba de las manos  y el terror me paralizaba.

Después de varios meses así, me sequé, ya no podía llorar o sentir nada más. Estaba vacía, como un fantasma, toda mi energía había sido drenada y no tenía nada más para dar. Era tan miserable que aún me asusta el sólo pensarlo. Fer y yo trabajábamos juntos, ver su cara todos los días era lo más difícil.

Luego de un tiempo, la vida nocturna se convirtió en mi escape; trabajaba toda la mañana, dormía toda la tarde y me iba de fiesta toda la noche, todos los días. Tuve romances fugaces con personas de diferentes partes de la Tierra, algunos se convirtieron en grandes amigos, otros se fueron con el mar para no ser mencionados nunca más.

Había mucha música y diversión y cosas que uno no debe hacer, sentía otra vez, todo era locura y era real. Dolía pero lo quería, porque así podía escribir y ser apasionada, y ahora que todo está tan bien balanceado no estoy segura de que pueda. Hace algunos días encontré en una vieja libreta algo que escribí en ese tiempo, y me da miedo que no pude reconocerme, que diferente pienso y siento ahora. Y de cierta forma lo deseé, pero no, porque ese tipo de sentimientos sólo son románticos y poéticos cuando ya se fueron.

Éste es el texto que encontré, cuando originalmente lo escribí no pensaba mostrarlo nunca, pero por el bien de la sanidad lo haré hoy:

Los ceniceros están repletos de colillas, el piso de empaques de comida chatarra y la cama de cajetillas de cigarros, papeles y cables. Las plantas se mueren de sed y las paredes de silencio. No hay nadie aquí más que pensamientos. No quiero salir porque no quiero sonreír y tener conversaciones triviales. No me interesa buscar el amor o la felicidad. No quiero pensar, sólo quiero sentir. Sólo quiero escribir, sólo quiero sangrar emociones. Es raro ser así, a veces se siente como si tuviera muchas personas dentro de un mismo cuerpo. Miles de historias en una sola vida. Y es como si supiera quien soy pero al mismo tiempo no. A veces todo es demasiado confuso y siento que vivo en un torbellino y todo pasa demasiado rápido y demasiado lento al mismo tiempo. Y es que todo es demasiado. Siempre he estado buscando algo que no sé que es. ¿Qué pasará si lo encuentro? No sé si sabré reconocerlo.  Es difícil saber si lo que siento es real o solo es un producto más de mi mente. ¿Qué pasa si el único punto  es ese? Sentir y seguir buscando.

Sé que soy un desastre y un huracán de dudas y emociones. No sé lo que quiero y muchas veces no sé lo que soy. Soy afortunada y maldita, mujer y hombre, luz y obscuridad. Estoy perdida y sola pero en el camino correcto y acompañada. No entiendo la vida y no sé si algún día me resignaré a no tratar de comprenderla. Soy historias y recuerdos, sueños e ilusiones, penas y sufrimiento. Me gusta escribir y contar cosas pero odio hablar y prefiero escuchar. Veo todo y me fascina, es un misterio y un drama. Amo el amor y lo odio. Me encanta la pizza y las ensaladas, el yoga y el tabaco. Soy mil y un contradicciones. Vivo en un mundo extraño, rodeada de hormigas que piensan y criaturas que no puedo ver. Me gusta la música que me hace escribir y prefiero la tristeza porque hace estallar mi corazón y que corra sangre de tinta por mis dedos. Algunos de nosotros solamente destruyéndonos poquito a poco podemos sentirnos vivos.  Talvez simplemente estamos demasiado dañados. La luz es blanco puro, la obscuridad negro total y la sangre rojo carmesí. Todo lo que es real es intenso. Incluso el amor, la tristeza y la felicidad.

Me asusta pensar que lo que dice mi mente no es real, es confuso y aterrorizante no poder confiar en tu propio cerebro. Como si el mundo en realidad fuera algo subjetivo y existieran muchas versiones paralelas de mi vida, todas sucediendo al mismo tiempo sin poder distinguir cual es la que en verdad estoy viviendo y cuales no suceden en la Tierra. A veces siento que me vuelvo loca tratando de descifrarlo todo y entonces me preocupo demasiado y todo se vuelve aún más confuso y me marea. Y de repente ya no puedo respirar, mi cabeza da vueltas y mis manos tiemblan. Y necesito tomar una de esas pastillas que hacen que me calme aunque sea por unos instantes. Pero después me doy cuenta que ya ni siquiera puedo deshacer los puños que tengo  ni quitarme la coraza y entonces necesito dos pastillas. Y cuando todo está bien, se vuelve aún más atemorizante porque no se siente real y solo estoy esperando el momento en el que golpeé la tormenta. Todo se vuelve aburrido porque no siento, y si no siento entonces ¿para qué vivo?  Así que busco otro accidente.


A veces me encuentro diciendo cosas que no pienso, cosas que ni siquiera creo en lo absoluto pero aun así las digo solo para llevar la contra. Es como si en lugar de querer encajar quisiera todo lo contrario y no hay nada que rechace más que a la gente. Aunque ya se jugar perfectamente bien mi papel y sonreír cuando hay que hacerlo y decir las palabras correctas, así que me censuro. Porque no quiero que piensen que estoy loca, no quiero que crean que hay algo mal en mí y se preocupen.  Porque no me importa lastimarme a mí, pero me mataría hacerle daño a alguien más, sobre todo a la gente que quiero.